Las marejadas se producen
habitualmente por la acción del viento sobre la superficie del agua
y sus olas tienen una ritmicidad que usualmente es de 20 segundos
y como máximo suelen propagarse unos 150 metros tierra adentro,
como observamos en los temporales o huracanes. De hecho la propagación
es limitada por la distancia, de modo que va perdiendo intensidad
al alejarnos del lugar donde el viento la está generando.
Un TSUNAMI, en cambio, presenta
un comportamiento opuesto, ya que el brusco movimiento del agua desde
la profundidad genera un efecto de “latigazo” hacia la superficie
que es capaz de lograr olas de magnitud impensable. Los análisis
matemáticos indican que la velocidad es igual a la raíz
cuadrada del producto entre la fuerza de gravedad (9,8 m/s2) y la
profundidad. Para tener una idea tomemos la profundidad habitual del
Océano Pacífico, que es de 4.000 m., nos daría
una ola que podría moverse a 200 m/s, o sea a 700 km/h. Y como
las olas pierden su fuerza en relación inversa a su tamaño,
al tener 4.000 m puede viajar a miles de kilómetros de distancia
sin perder mucha fuerza.
Sólo cuando llegan a la
costa comienzan a perder velocidad, al disminuir la profundidad del
océano. La altura de las olas, sin embargo, puede incrementarse
hasta superar los 30 metros (lo habitual es una altura de 6 o 7 m).
Las fallas presentes en las costas
del Océano Pacífico donde las placas tectónicas
se introducen bruscamente bajo la placa continental provoca un fenómeno
llamado “subducción”, lo que genera TSUNAMIS con frecuencia.
Derrumbes y erupciones volcánicas submarinas pueden provocar fenómenos
similares.
La energía de los TSUNAMIS se
mantiene más o menos constante durante su desplazamiento, de
modo que al llegar a zonas de menor profundidad, por haber menos agua
que desplazar, la velocidad se incrementa de manera formidable. Un
TSUNAMI que mar adentro se sintió como una ola grande puede,
al llegar a la costa, destruir hasta kilómetros mar adentro. Las
turbulencias que produce en el fondo del mar arrastra rocas y arena
que provoca un daño erosivo en las playa que llegan a alterar
la geografía durante muchos años.
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